Por: Rafael Cerame
Hace un mes que se han producido violentas protestas en Colombia, inicialmente como una reacción popular a la presentación de un proyecto de ley de reforma tributaria que aumentaría los impuestos, afectando a la clase media y los sectores trabajadores del país.
Luego de 4 días de protestas el presidente Iván Duque, quién durante su campaña desarrolló la consigna "menos impuestos y más salarios", retiró la legislación y llamó a una mesa de diálogo nacional en busca del consenso para evaluar alternativas que permitan aumentar los recaudos del estado.
No obstante, las protestas no se detuvieron y llevan al momento 29 días de manifestaciones ininterrumpidas, afectando el comercio, el transporte y los servicios básicos a la población, agravando la difícil situación relacionada a la pandemia del Covid-19 en Colombia.
¿Posterior al retiro de la controversial legislación que aspiraba recaudar 23.4 billones de pesos colombianos (6,300 millones de dólares), quiénes son los protagonistas de las protestas en ese país?
En la respuesta a esa pregunta se podrá evidenciar quiénes están detrás de los "encapuchados" en esas manifestaciones...
Un razonamiento lógico para intentar comprender lo que está pasando en Colombia nos lleva a cuestionar la continuidad de las protestas, si al cuarto día de producirse las mismas lograron que el presidente Duque retirara del Congreso el proyecto de reforma tributaria y llamara al diálogo.
Del análisis se puede concluir que la continuidad de las protestas responde a un objetivo político: lograr desestabilizar al país, creando un caos institucional previo al año electoral en Colombia. Ese ha sido el "modus operandi" de los estrategas de la izquierda radical, que en estos tiempos operan tras bastidores, infiltrada en movimientos ecologistas, de universitarios y en grupos sindicales.
Los protagonistas de la continuidad de las protestas en Colombia no son en este momento los que originalmente estarían siendo más afectados por la reforma tributaria del presidente Duque. Ahí no está la llamada "clase media" y trabajadora del país. En la calle están grupos violentos, debidamente organizados, equipados y capacitados para provocar el caos y el desorden social.
No hay duda que la desestabilización política y social de Colombia le conviene a la narco-dictadura de Maduro en Venezuela. Ha sido el presidente Duque un aliado de la oposición venezolana y un promotor del retorno a la democracia en su vecino país. Por lo tanto, la Administración Duque en Colombia es un enemigo de Nicolás Maduro y de sus aliados ideológicos en Cuba y Nicaragua.
La organización de esas protestas en Colombia no se debe analizar como una reacción espontánea de la sociedad. Si bien es cierto que el origen de las manifestaciones estuvo motivado por el rechazo a la reforma tributaria, la continuidad de las mismas una vez retirado el proyecto, responde a un planificado objetivo político: alterar el ordenamiento constitucional y el actual sistema de gobierno de Colombia.
No perdamos de perspectiva que hay una actividad que le conviene el caos institucional y/o los gobiernos totalitarios para desarrollar sus operaciones: El narcotráfico. Es precisamente por eso que dichas organizaciones criminales son aliados naturales de los regímenes de Maduro, Ortega y los Castro.
Los que creemos en la democracia y la libertad; en el respeto a los derechos humanos, en la verdadera justicia social y en un sistema de gobierno que facilite que los ciudadanos puedan desarrollarse al máximo de sus capacidades, con protección a los derechos de propiedad privada y libre empresa, debemos ver con detenimiento el peligroso momento que se vive hoy en Colombia.
Esa amenaza de los intereses que hoy gobiernan Cuba, Nicaragua y Venezuela, manteniendo sus pueblos en condiciones de miseria en relación a como vive la cúpula que se apoderó de esos países, no descansará intentando hacer lo mismo en el resto del hemisferio americano.
Lo que está ocurriendo hoy en Colombia es precisamente eso...